La llamada publicidad tradicional, sigue siendo muy efectiva a pesar de las tendencias tecnológicas. Aunque cada día seamos más digitales, el poder ‘tocar’ un folleto, una revista, un catálogo, un flyer…. además de generar un recuerdo más duradero, nos evoca otro tipo de valores asociados directamente a la publicidad.
La publicidad impresa sigue siendo el método preferido de comunicación de al menos el 60% de los comercios minoristas, pero, ¿y los mayoristas?
El gigante Ikea s el distribuidor de catálogos más grande, imprime un total 30 millones.
Hasta las empresas digitales saben de la importancia (a menudo psicológica), de ver un catálogo físico en vez de online. Nos acordamos mejor de las cosas que podemos tocar y nos aportan otros valores añadidos.
Siguiendo con el ejemplo de Ikea, podemos comprobar que los catálogos que realizan, aparte de numerosos, son de alta calidad. El papel es muy bueno, los acabados y las fotografías son profesionales…. En definitiva, la calidad del catálogo es premium, y no es casualidad.
Numerosos estudios psicológicos asocian los recuerdos de una publicidad impresa a mayores niveles de recuerdo. También se ha comprobado que el formato de la publicidad puede aportar más valor al propio anuncio, os ponemos un ejemplo:
La impresión de una publicidad sobre una misma mesa de madera, impresa en un formato de papel rugoso, hizo que las personas que vieron el anuncio calificaran la mesa como ‘robusta‘ frente a las personas que vieron el mismo anuncio en un papel estándar.
Compañías como Zalando o Airbnb, que comenzaron como simples jugadores online, pero son dos buenos ejemplos de grandes empresas que también compiten en la publicidad tradicional.
Ambas empresas crecido con el negocio digital, se han dado cuenta de que pueden llegar mejor a sus públicos realizando publicidad impresa y digital. Las empresas que han compartido presupuesto en ambas estrategias, han visto refrendada sus estrategias de diversificación con crecimientos constantes en términos de usuarios.